viernes, 12 de junio de 2015

Cuando se enfría el Cafe

Cuando el tiempo deja de pasar como pequeñas fotografías, pequeños sueños pasados, y largos déjá Vu; se sabe con certeza de la naturaleza del fenómeno, se siente en la carne el miedo a perder lentamente eso a lo que antes se era tan familiar y está siempre detrás de la conciencia la sombra de los yo del pasado. Salen con los pretextos de culpas, de alegrías, de dolores, de miedos y hasta de amores, llegan cada martes melancólico, cuando el café ya está frío de tanto perder la vista en la nada y en el todo, cuando el cielo es tan azul como para alegrarse la vida y tan naranjado como para presenciar con vacíos en el cuerpo la despedida del día y la llegada de la noche.

Perderse en el tiempo no es lo grave, lo realmente invasivo es sentirse enfermo por saber la realidad del cambio. Lógicamente cuando las cosas evolucionan deben cambiar, perderse, ganarse, inventarse  hasta que lleguen a ese momento en el que el café se les enfrió de tanto perder la vista en la nada y en el todo, solo para darse cuenta que ese fenómeno de creerse sin identidad es solo el evento en el que se toma conciencia de si se han vivido las vidas queridas, si las muertes ganadas en el transcurso fueron suficientes y si es necesario hacer una nueva elección, ese evento es tan poderoso como desapercibido, muchas veces ignorado y tantas otras tomado tan enserio que se cambia de vida tal cual se cambia de zapatos. Si uno elige su vida debe hacerlo con tiempo casi sin darse cuenta, casi como sin querer pero queriéndolo, con cada pequeña elección, desde comerse primero el postre antes que el plato principal, o de elegir solo lo días con lluvia para usar prendas rojas, porque su color contrasta con el azul grisáceo del clima.

Las elecciones pequeñas nunca serán pequeñas, sus reacciones son tan aleatorias que pueden cambiar el pretexto de las sombras detrás de la conciencia. Pero nunca se puede tener contento a todos, ni siquiera a uno mismo; las elecciones deben hacerse unas veces con las sensaciones del momento y muchas otras con la maratón de pensamientos acerca de sus pros y sus contras; donde solo se llega a la conclusión de que las elecciones, ya sean buenas o malas, solo son parte del juego, un juego donde nadie gana ni pierde, donde solo se obtienen diferentes caminos, unos queridos otros detestados pero a la final siempre permaneciendo con rastros, huellas, retratos, fantasmas,  sombras de lo que realmente se es.

Los caminos, el destino, la suerte, la vida solo son otra manera de decir alma, esencia y ser.

Y es entonces cuando las sombras se disipan, se cansan de ser sombras y nacen nuevamente en los ojos, en las sonrisas y en las lágrimas, en los afanes y en las fatigas; esas sombras que siempre seremos nosotros mismos, serán la única manera de explicar que la felicidad está en tomarse el café frio, pero con la satisfacción de haber elegido para vivir.

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